martes, 10 de mayo de 2011

Claraboya Mayo 10 Las otras fosas

Cada pocito es una posible fosa.
Cada mina, sin los requisitos indispensables de seguridad preventiva, también lo es.
Pasta de Conchos se convirtió, no hace mucho, en una enorme fosa común.
Las excavaciones, constantes ahora, siguen descubriendo fosas inesperadas en que se encuentran los cuerpos de migrantes y de pasajeros de autobús.
La dignidad de la persona y la dignidad del trabajo son valores no respetados. Se dan legislaciones insuficientes, leyes no observadas que también son un atentado contra la vida humana.
No sólo el disparo siega la vida sino también la subterránea cámara de gas que explota. Los mineros, sudorosos y ennegrecidos, a temperaturas agobiantes, en trabajos de gran esfuerzo, con instrumentos elementales, con un mínimo de oxigeno respirable, con visibilidad escasa, sin protecciones eficaces, quedan muertos y sepultados en su fosa laboral al sobrevenir derrumbes y explosiones.
El semáforo de la seguridad sólo ha de dar luz verde a las empresas que garanticen las condiciones saludables y seguras del trabajo subterráneo. No es ético obtener ganancias arriesgando vidas humanas. Es criminal e inhumano que por el mismo socavón por el que sale el carbón salgan, después, los cadáveres de quienes lo han extraído.
Después de las explosiones, las legislaciones no han cambiado, la inobservancia sigue igual, las revisiones no se cumplen, las advertencias no se acatan, los accidentes suceden y los rescates se vuelven peligrosos. La mina, el pocito se convierten en las otras fosas. Se asegura el lucro pero se descuida la seguridad de las personas humanas. Se vive así una economía deshumanizada.
Se multiplican los operativos y las cárceles, es pachorruda la reforma legal, las sanciones se evaden fácilmente, faltan resultados en la educación para el respeto a la ley y, sobre todo, sigue haciendo falta una educación que forme, en cada uno, la conciencia para respetar la vida y dignidad de la persona y la regla de oro: Ni por tener, ni por poder, ni por placer jamás hagas a otro lo que no aceptarías que te hicieran a ti...

Por Pbro. Luis Fernando Nieto